Monday, March 30, 2009

buenos días pakistán!

una cicatriz me cubre la cara. no fue una herida, no me corté, tampoco fue un accidente; tengo la mitad del rostro quemado, sólo hay dos vellos en el lugar donde estaría mi ceja derecha, de lo demás queda una piel rugosa, sin poros, que necesita la constante aplicación de crema porque se arruga como si fuera de papel; perdí el ojo, los párpados y por poco la vida. han pasado varios años y muchas cirugías: la primera fue para salvarme, el ácido vertido en mi cara, avanzaba adentro de la cavidad ocular hacia el cerebro y derretía todos los conductos de mi nariz y mi oído, sentí aceite hirviendo, pero el susto me lanzó a caminar sin rumbo por la calle. esto te lo mereces, escuché decir, sentí un ardor profundo, dejé de ver; caminé pegándome contra las paredes sin entender nada; choqué con la gente, escuché mi propia voz pidiendo ayuda; una mujer gritó, y un hombre dijo no me toques. no recuerdo más. dicen que llegué a una esquina donde había unos extranjeros que dieron aviso a la policía. ya pasó mucho tiempo y sigo muy asustada. temo que me lastimen otra vez en la calle. yo sé que en muchos lugares las mujeres están destinadas a soportar el oprobio con que el hombre muestra ser más fuerte, están condenadas a vivir la vergüenza pública y la violencia en casa. pero aquí vivimos algo poquito diferente, en el mejor de los casos nos lapidan, aunque cada vez hay más mujeres muertas con gasolina y fuego; a mí me quemaron el rostro con ácidos. y me aterra que mi vida sea una foto horrible comentada por alguien que después pasa al olvido, en el teatro de las vejaciones diarias.

Tuesday, March 24, 2009

créeme, derber // cohen iii

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créeme, derber, tuve que actuar y hacerlo rápido; era mi naturaleza. llámame señor fankenstein con un límite. parecí despertar a la mitad de un accidente de carros, con miembros esparcidos por todos lados, con distantes voces gritando por su tranquilidad, muchos dedos señalando el camino a casa y todos los restos abrasadores como un queso rebanado fuera del celofán –-todo lo que tenía en este mundo de ruinas era una aguja e hilos, así que me puse de rodillas, jalé las piezas fuera del desastre y empecé a reunirlas. tenía una idea de cómo es un hombre, pero seguía cambiando. no podía dedicar toda mi vida en descubrir la mente ideal. todo lo que escuchaba era dolor y todo lo que veía, mutilación. mi aguja zurciendo desquiciada, que algunas veces encontré que corría el hilo sobre mi propia piel y que yo estaba urdido a mi creación grotesca –-ya nos desgarraría aparte--; después escuché mi voz aullando con otras y supe que no era el único sobre las rodillas tejiendo frenéticamente. había otros como yo, haciendo los mismos errores monstruosos, empujados con la misma urgencia impura, haciendo puntadas de ellos mismos en un montón arruinado, extrayéndose dolorosamente de sí mismos.
--pk, estás llorando, güey.
--perdóname
--deja de lloriquear. ya ves, ya perdiste el poder de tu erección.

Wednesday, March 18, 2009

Friday, March 13, 2009

una nota

dejé de escribir diez años.
Sólo diez años, porque quería beber.

charles bukowski

hoy en la mañana, mientras sacaba mis cosas de las cajas donde metí la vida para mudarme a un departamento en el ombligo de la gran urbe, encontré una nota entre los papeles que guardaba sin orden. una pequeña línea escrita con mi letra que decía “regreso en unos días”; en mis manos una nota que leí sin saber cuándo y a quién se la escribí, de la que ahora yo era el destinatario. volteé a ver la ventana, entraba un aire extrañamente húmedo, pegándome en la cara; entendí todo: me la dejó un hombre que habita en mí, antes de salir hacia centro de la ciudad; a él le encanta el caos y la destrucción, es quien desesperado me dicta todo lo que escribo. imaginé aquél hombre delgado y joven caminando por las calles muy borracho, drogado en busca de los lugares donde las mujeres se desvisten y rompiéndole la madre a todo hijo de puta que se ponga en mi camino; lo vi riéndose de mí, de las cosas que me importan. yo sé que no le gustan los cambios de casa, que detesta a la gente y no soporta el ruido. es ridículo pensar que se molesta cuando estoy enamorado, porque dice que sólo hay que gozar del sexo. hay un cabrón en mi cabeza, me dejó una nota de “regreso luego” y estoy sentado en mi estudio esperando a que regrese.

Monday, March 09, 2009

Tuesday, March 03, 2009

polvo

serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
paco de quevedo



la muerte y el amor son experiencias que suceden en la fisura, en la linde, en la irrupción de los contenidos y del devenir. nadie sabe qué pasa después de cruzar el umbral de la vida y de lo posible. de hecho hoy nos sonaría a un cuento para niños cosas como el “cielo”, el “hades”, el “más allá”. pero acaso en las cosmovisiones más acabadas siempre ha existido la duda, como se expresa en los textos de netzahualcoyotl, en los upanishads o en los escritos que rescatamos de sextus empiricus. el cuestionamiento de los hombres ante la inmensa duda de aquello que “pasará” o “será” después, acaso representado por una actividad ritual que, al parecer, habla desde la prehistoria de nosotros mismos: fuimos hombres en el momento en que empezamos a ofrendar a los muertos.

todo es perecedero. hoy en día, derrumbada la posibilidad explicativa que aspira a ser total, sólo nos quedan fragmentos, interpretaciones críticas, hermenéuticas instaurativas, visiones parciales y, sin embargo, desde lo más profundo de nosotros, una voz extraña, a veces ajena, se presenta como el canto incompleto que ha estado y está sin nosotros: el deseo, el terror, la inevitable aspiración divina o, si se quiere, el anhelo de lo imperecedero. ruptura, angustia íntima y algo, una breve luz o un recuerdo tibio, que se queda palpitando más allá de nuestro cuerpo y de nosotros mismos: la discontinuidad se quebranta para abrirse y perder su ritmo propio en un vasto universo oscuro, silencioso y continuo.

la muerte va a llegar y de un golpe nos sacará esta luz que penetra por los ojos. el alma (o lo que así llamamos para asir el lugar más íntimo en donde se juega los que somos), esa parte intangible y traviesa que nos quema y nos desborda, cruzará de nuevo los ríos de los tiempos para regresar a la cueva, a la montaña o a aquel dios que se ha nombrado en varias lenguas. pero en este trance, la experiencia acumulada del amor real encontrará su vehículo para trascenderse, para quedar en un reservorio de la memoria, en la experiencia de lo humano. somos parte de un solo cuerpo que se perdió a sí mismo y que, a la vez, se enriquece o degrada con su propio paso desgarrado e inconcluso. esa parte íntima, “venas, que humor a tanto fuego han dado”, se reduce a cenizas, a polvo y vuela dentro de una nebulosa vacía que forma pequeñas partículas que cristalizarán en los ojos de los hijos del hombre por venir.