Tuesday, May 26, 2009

Thursday, May 21, 2009

de llorar




llorar en ese momento íntimo en el que ya no hay nadie o llorar sobre un hombro —de los pocos posibles para hacerlo— por la vida, por la muerte, por nosotros. llorar por no encontrar algún sentido, por tenerlo, por buscarlo inútilmente, por perderlo. llorar por los años, por los bailes que jamás serán repuestos. por los amores de ayer, de anoche, de mañana. por la insulsa levedad que nos arrolla; por los días anodinos o por el silencio de los dioses. llorar por los amantes que revuelven la conciencia y que confunden; por las noches de locura desatada, por la cruda, por el miedo, por el ansia.

llorar siempre, hasta el cansancio, hasta dormir agotado y ya vacío. llorar por los tuyos que han partido y por tu muerte dolorosa. llorar en las noches sobre la cama, sin que nadie escuche sin que nadie sepa; desarmar el cuerpo y las entrañas, corroer la cara con las lágrimas saladas, con los mocos, con la mueca de la sonrisa herida, con las manos apretadas en el rostro, con la espalda destrozada y torcida, con la pena del silencio acumulado.

llorar con ese ruido tan molesto de animal adolorido que respira entrecortado, el ronco sollozo inigualable, el ridículo mugido en la garganta. llorar esta tristeza tan profunda que duele en el pecho como agujas, que punza en los ojos como aceite, que arde en las manos como historia. llorar y al día siguiente, con los ojos hinchados y el alma pesarosa más tranquila, salir a la calle sabiendo que estás vivo.

Friday, May 15, 2009

Monday, May 11, 2009

andrés rabadán

estoy encerrado, soy un preso que tiene pesadillas venidas del infierno; visiones de dolor, de fuego, de asesinos. pero muy de vez en cuando sueño que una mujer entra por la puerta de mi celda y me ve. viene vestida con pantalón y saco, de esos femeninos, acinturados. me saluda estrechando su mano con la mía, con su voz ronca y dulce que no termino de escuchar porque nuestros rostros se clavan uno al otro, cada vez más cerca, más cerca hasta que los alientos se tocan, y después los labios con un abrazo acalorado que sube su temperatura a la incandescencia. somos dos cuerpos de un color naranja cada vez más intenso, hasta el rojo. luz que a lo lejos, desde la calle en donde brillan las lámparas del hormigón con púas, se ve como un breve amanecer en medio de la madrugada.

Tuesday, May 05, 2009