Tuesday, May 22, 2007

felicidad famélica

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la ciudad de méxico discurre entre la realidad y la fantasía; mundo de yuxtaposiciones donde entidades cuerpo-rostros buscan realizar y satisfacer sus más excéntricos deseos; es gran contenedor de historias, de frustraciones, corazones rotos, placer, dolor, felicidad, tristeza, dicha y agonía. si la miras de lejos parece un océano de luces; mar que todo disuelve y sumerge en recónditas e inasequibles profundidades, en recuerdos que sólo ella guarda transfigurados en lama acumulada sobre las oscuras paredes de la catedral. todo es posible aquí, lo imposible. inerte tierra de inusual fertilidad contradictoria, la ciudad, la gran ciudad (25 millones de habitantes no es poco), de grisáceos contornos, pinta los atardeceres de morado amoniaco, sílices y verdes nacarados. espectáculo espectral: ópalos fantasmas, jardín de muertos.

camino de noche de regreso a casa. hace fío húmedo de lluvia, frío que entra al cuerpo y provoca espasmos trémulos inevitables. es la hora de mayor desplazamiento de gente, animales que imaginan ser parte de la especie más desarrollada (qué ilusos) regresan a su casa-hastío con desdibujadas miradas y ojeras negras. yo camino y observo, y me llama la atención la estentórea risotada de dos niños en harapos que juegan en la calle, se devuelven empujones, carcajadas y abrazos. felicidad inusitada, sin esperanza ni porvenir, felicidad famélica: ojos con lágrimas de risa que no esconden las de dolor. realización inédita, inmediata, real.


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Monday, May 14, 2007

el ataulfo (no es manila)


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(botana para las horas de estudio)

pobre mango ataulfo, de toda su especie es el más jodido. no es tan dulce como heidi ni goza de esa suave carne, jugosa y consistente del manila (a propósito del cual es una lástima que tanto injerto e hibridación lo esté acercando al ataulfo –quizá algunas parcelas de los tuxtlas se salvan, pero es cada vez más difícil encontrarlo límpido como es). al contrario del tomy y del pear, el ataulfo, que por fuera se propone grande, portentoso, rojizo y colorido las más de las veces es insípido y su carne super fibrosa (no es raro que después de comerlo estés necesitado de un hilo dental para expulsar tan molestas tiritas amarillas atrapadas entre los dientes), pastosa y seca.

pero hay una forma de hacerlo comible (comestible ya era): toma uno de ellos y pártelo transversalmente primero de un lado, luego del otro, buscando que los cortes vayan dibujando el perímetro del hueso; ni modo, de ninguna forma evitarás sus fibras, así que mientras más pegado a la semilla vaya el corte más aprovecharás del mango. te quedarán dos mitades, y el hueso habrás de tirar, pues si intentas chupar la pulpa que aún tiene adherida te llevarás toda la fibra restante entre los dientes. a cada mitad le dibujarás una retícula, sobre la pulpa, de poco menos de centímetro cuadrado: primero líneas paralelas de arriba abajo y luego sus transversales (también paralelas). el chiste es no traspasar la piel, que sólo se dibuje esta retícula sobre la carne. tras lo cual, con una cuchara azucarera, sacarás la pulpa: en el plato donde la cloques deberán quedar cubitos de mango. si se te ocurre comer uno de estos pulposos cubos podrás desilusionarte en exceso: nunca olvides que es un ataulfo con lo que estás tratando. con tus cubos de mango extraídos de ambas mitades, tomas un limón agrio (qué porquería ha hecho la ingeniería de alimentos con los limones) y lo exprimes roseando todo el plato –si el limón no tiene mucho jugo habrás de utilizar dos. con el del limón el mago comienza a emanar el suyo, y a todo este jugerío, pondrás tajín, que es el inigualable chile piquín con sal y limón deshidratado (que a la fecha tiene que se le compare); se recomienda lograr una capa rojiza sobre el mango. y ya está: no podrás creer que la consistencia y sinsabor del ataulfo pueda cerrar un círculo sápido agridulce tan perfecto.

(ingredientes:
1 mango ataulfo
1 o 2 limones
chile piquín tajín
tiempo: 5 minutos)

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