a billy
ya viste, no? el país ya se acabó. vivimos las inercias del absurdo, mientras el norte nos grita “abandonen la nave”. aquí no hay lugar para los jóvenes interesados, ni para los brillantes. en los campos se diputan las migajas, mientras el terruño padece el impacto de la mejor vendimia que se ha hecho del planeta. caso claro el mexicano, en donde el petróleo se piensa como la reserva primaria de la economía nacional cuando está por terminarse, donde la inconformidad social explota por todos lados y la represión es la cara del estado socialmente comprometido y donde la corrupción encarna figuras legislativas federales y trasmina hasta el último terruño sembrado con drogas.
no hay lugar para los jóvenes en un país que sueña con el futuro a costa del empobrecimiento de las masas hambrientas y la destrucción de sus ecosistemas. un país que decide votar por el cambio, y el cambio es vender sus reservas petroleras y exponer a la población y su territorio a las destructivas fuerzas del libre mercado, sin mediación alguna del estado. un méxico donde, de hecho, el estado es un aparato troglodita que paga sueldos ignominiosos a los altos funcionarios y míseros pesos a sus trabajadores, y que se empeña en gastar el poco presupuesto que succiona de la sangre de todos los mexicanos en la demagogia barata del “es por ustedes”, por el “mañana” y “viva méxico”.
en un lugar moribundo y sin futuro no es de extrañar que los campos estén cerrados. son miles –quizá millones– de jóvenes preparados y con títulos universitarios que encaran evidente desempleo y que se encuentran ante núcleos académicos y profesionales cerrados, llenos de gente temerosa de perder su pequeño pedazo. las generaciones venideras, bien lo sabes, amigo, ya no tienen lugar en este barco que se hunde.