Wednesday, January 28, 2009
Thursday, January 22, 2009
una prosa
para g.
habían terminado los juegos lúdicos y las mordidas del cachorro. caminaba por torres puntiagudas de cristales, por las espinas de la carne; pasillos de insaciable sed orgánica. entonces encontré tu guiño cálido y risueño, tus brazos con ramas de vida hecha sangre y tu esbelta humanidad–estuche, cofrecito con botín de resplandores. eras el viento que agita las hojas secas con estruendos; la carcajada curiosa incapaz de oscurecerse. con tu soplo sorprendiste al crepúsculo de mis amaneceres y a las flores del tiempo, conquistando el hielo de la altura y las cálidas noches del agua azul turquesa.
súbita fuerza centrípeta o remolino, en un parpadeo vi mi hombro junto al tuyo. la aleación de sentidos revelaba un puente entre el abismo y otro lado; no niego que salté sólo por verte. y ahí estabas, mirándome. así nació el espejo con dos caras, maravilla y maleficio. cruce de caminos: encuentro y diferencia. pero yo me quedo con las mejores fotos, con el perfume onírico de pendientes rocosas en el pecho de una mujer dormida; con la inconsistencia de los días de mar acompañados por tu canto de teponastle. me quedo con esas velas apagadas y no con el círculo intestino de confusión y rechazo: la incomprensión de los reflejos rotos.
si cuento para atrás te veo perdido. pero existe en la montaña un sotavento que algunas veces viaja hasta mi cama y le susurra a mi almohada, entre tambores, que el reflejo del calidoscopio se movía, y que en mi mano llevo el regalo de pequeños pedacitos rotos que cayeron de tus labios.
Friday, January 16, 2009
Tuesday, January 06, 2009
enséñame a morir, papá
para un amigo
te lo digo en serio. tenemos la misión de aprender a irnos. no hay nada que soporte la fragilidad del hombre. estamos solos, ante un mundo cada vez más astillado; ante hombres que no se reconocen con los suyos y se pierden en múltiples reflejos solipsistas. recuperemos la tribu, a la familia, a la sangre que late entre nosotros, para dar encause a nuestra muerte, al final del tiempo, del tiempo que soy. aprender a morir no depende sólo de mí. depende de mis muertos. si tú, padre, no me enseñas a morir, seguiré solo, haciendo historias de la historia, sabiéndome mentira. royendo cada noche mi grave incapacidad de morir tranquilo. tu muerte será como un lago en el que yo me acueste esta noche: agua que se detiene lenta y serena. ¡dame el lago más grande que quepa en el cielo de mis ojos, para aceptar el último momento! vivir una asfixia lenta, en que mi cuerpo se abandona. verlo, verme, me estoy muriendo, tú tranquilo, aquí se acaba, ya te vas…
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