Friday, August 28, 2009

doscientos sesenta años

después de otra noche con fiebre en la que soñó a ángeles y victorias danzando sobre las llamas de un fuego perpetuo, el viejo despertó muy enfermo. le molestaba respirar, le dolían las articulaciones y el pecho. casi no desayunó y se fue directo a su estudio, caminando torpemente por los pasillos. llegó a su escritorio, pero no podía pensar y sentía malestar en el estómago. lo asaltó un sentimiento frío que jamás había experimentado. supo entonces que se estaba muriendo.

empezó a decir incoherencias, a balbucear y a moverse inquietamente. preocupada, otilia fue a buscar al doctor vogel y regresó con él poco tiempo después. el viejo estaba asustado, tenía el rostro pálido y por momentos parecía perderse en sus alucinaciones. gritó: «¡todo sería distinto si cada cual se dijera a sí mismo todos los días: no puedes hacer nada mejor por tus amigos que respetar sus alegrías y acrecentar su felicidad, gozando con ella!». para vogel fue evidente que el viejo tenía un ataque de nervios, había que administrarle algún calmante y remedios para la temperatura.

pocos minutos después de suministrar las drogas pertinentes, el viejo se calmó, y después de decir: «es como para volverse loco de atar, cuando se ve que hay hombres carentes de sentido y de sentimiento para lo poco que aún hay de valioso en la tierra», se quedó profundamente dormido. no tuvo sueños, durmió toda la noche y al despertar sintió que había descansado como nunca. era veintiuno de marzo y la primavera había empezado. el viejo despertó sintiéndose fresco y tranquilo. nada como recibir el sol y sentir que la piel se calienta, pensó, y dijo a la mujer que lo cuidaba, «¡manda abrir las ventanas, otilia, quiero ver la luz, más luz!» y agonizando con imágenes de mujeres perdidas en un resplandor inefable, el poeta murió acostado en el sofá de sus dolencias, mientras que una voz decía


bajo la nieve y la lluvia,
frente al viento,
en la bruma de los precipicios,
a través de la niebla.

11 comments:

Miguel Ángel Ángeles said...

y la luz besó al poeta.

chingón eh...

qué bueno que lo leí antes de terminar la semana laboral...

te mando abrazo

Muñoz said...

Carajo, doscientos sesenta años con los ojos y usarlos sólo unos minutos. Pobres ojos. Allá donde la voz quizás tienen mejor labor.
Qué elegante narración, eh.

alonso ruvalcaba said...

por qué le decía eso la voz?

YKR said...

Pude ver la bruma de los precipicios...

Buen fin de semana PK.

Yayo Salva said...

Quizás morirse es eso: dejar de ver la luz...

pk said...

siempre un gusto tenerte aquí, querido fausto. va otro abrazo.

muñoz: así de limitados son, quizá por eso la palabra nos permite ver más. gracias por pasar. abrazo.

querido alón! qué gusto tenerte aquí... por qué le decía eso?, bueno, en realidad él siempre supo que la voz que plasmaba en sus poemas provenía del mundo, de la materia -digamos-, era su voz pero proveniente de otra parte; así, cuando está muriendo y se desvanece en el rayo de luz que entra por la ventana, escucha esta canción, que, aunque suya, la sintió como venida de la luz misma.... pasa más seguido. te mando un abrazo fuerte!

ícaro: gracias! nada como proponer un mirador hacia allá y que se mire.

yayo, qué bueno verte por aquí. y sí, tal vez así sea; por eso nos gusta tanto el sol. buena semana

pk said...

ps. sobre la canción, yo prefiero a kathleen battle cantando con james levine al piano.

Teo said...

Cuánta razón tenía el viejo:

"no puedes hacer nada mejor por tus amigos que respetar sus alegrías y acrecentar su felicidad, gozando con ella".

Buen escrito.
Saludos, Peka.

Teo said...

Cuánta razón tenía el viejo:

"no puedes hacer nada mejor por tus amigos que respetar sus alegrías y acrecentar su felicidad, gozando con ella".

Buen escrito.
Saludos, Peka.

Anonymous said...

Memorables las líneas que Teo destaca.

El final, mmm, quizá tendría más efecto si, antes de morir, el poeta deja una hoja escrita, o quizá mejor, él dice el poema. Es una sugerencia,nomás...

Pregunta: ¿Tolstoi revisited?

pk said...

así es, teo querido. por cierto, en dónde estás? ya permite que te acompañemos en tu felicidad, no? te mando un abrazo fuerte. se te extraña!

anónimo: en efecto es él -o su "alma" la que recita su propio poema... ah, y se trata de goethe.